Memorias de un Zombie

Acercaos al fuego de la hoguera, jóvenes, pues voy a relataros, en cómodas entregas, los pormenores de mi estancia en Cuenca, con sus momento legendarios y sus situaciones patéticas.
Por desgracia, hay más abundancia de lo segundo...
Me llevaron allí mis padres, acompañado de mi hermanita, tras una larga y claustrofóbica estancia en coche, y observé con ojillos de perro viejo abandonado cómo dicho vehículo se alejaba mientras yo me quedaba quieto en la acera, con la maleta en una mano y un puñado de ilusiones en la otra.
Una vez en el hostal, me informaron que mi compañero de habitación todavía no había llegado, lo cual me pareció cojonudo, ya que podría escoger cama. Horror de horrores cuando comprobé que las camas estaban juntas, emulando a una grotesca cama de matrimonio. En previsión de futuras situaciones incómodas, moví la mesilla de noche y separé las camas, apropiándome por el camino del único cenicero que había en la habitación.
Y allí me quedé por varias horas, dibujando, dándome cuenta de la metida de gamba de mi guionista, quien había duplicado una página, descuadrando por completo toda la composición del cómic. Afortunadamente, la solución fue más sencilla de lo que parecía.
Finalmente, sin mucha hambre, llegué al restaurante donde debíamos cenar. Y allí me di cuenta de que iba a necesitar un gran esfuerzo por mi parte para integrarme socialmente (a excepcion de unas pocas personas, quienes, sin llegar a comprender todas las chorradas que salían de mi boca, sí que se interesaban por ellas). Para empezar, en el hilo musical del lugar se podía escuchar una versión de "Strangers in the Night", lo cual me cautivó. No obstante, cuando se me ocurrió preguntar si la canción era de un Frank Sinatra joven o de cualquier otro cantante que había hecho una versión, me preguntaron, extrañados, que quién demonios era ese tal Frank Sinatra.
El vacío se extendió ante mí. ¿Cómoe ra posible que no conociesen a Frank Sinatra? ¿Ni tan siquiera les sonaba "New York, New York"? ¡Si hasta salía en "Madagascar"! Y así, con otras tantas cosas igualmente dolientes. Desconocían quién era Bob Dylan, o Simon&Garfunkel, incluso Deep Purple, hasta Leonard Cohen (lo cual me dolió especialmente, ya sabéis lo que me encanta "Hallelujah"). Con respecto a otros temas que, creía, eran más comunes, tenía tres cuartos de lo mismo. Desconocían quién era Kevin Smith, algunos incluso ignoraban la existencia de Tarantino, ni tan siquiera sabían decirme si "El Padrino" era de Coppola o de Scorsese, de hecho, ni tan siquiera sabían decirme quienes eran Coppola o Scorsese...
Afortunadamente, habían unas pocas personas que, si bien no totalmente, si que conocían de lo que hablaba, e incluso se mostraban interesadas en que les explicase, un poco pro encima, en qué consistían todas esas cosas que se me ocurrían.
De los cómics, por supuesto, ni hablar.