Memorias de un Zombie

Aquí acudo, una vez más, hijos míos, para continuar el relato de mis cortas pero intensas andadas por Cuenca, esa ciudad repleta de cuestas escarpadas y empedrados imposibles.
El capítulo de hoy está dedicado a la gente con la compartí curso.
Bien, mucho de vosotros os habéis sorprendido ante el hecho de que desconociesen quiénes eran Tarantino, Sinatra, Cohen, etc... Esto es algo, dentro de lo que cabo, comprensible, puesto que, a fin de cuentas, los círculos en los que ellos se movían eran bastante distintos de los que nosotros solemos frecuentar.
Si bien también es cierto que se podría considerar conocer quién es Francis Ford Coppola como cultura general, si el cine no es tu ambiente, Coppola te la pela un rato. Ergo, no eran estúpidos, sencillamente, no estábamos en la misma onda.
Exceptuando a esos pocos que siempre mento pero cuyos nombres nunca revelaré (principalmente porque, siendo como soy, seguro que me olvido de alguien, y puede que se ofenda si llega algún día a leer mi blog).
La gente era muy legal, muy amiguetil, unos más que otros, como siempre, pero con sangre en las venas, que es lo cuenta, cojones. De modo que no fue difícil salir a cerrar bares cada puta noche, poniéndonos hasta el culo de cerveza y cualquier otro tipo de líquido que contuviese alcohol. Sí, estáis leyendo bien, un servidor se convirtió en un auténtico chapagaritos, y es que, señores, no hay nada como no tener que preocuparse sobre a qué puta hora pasa el último puto bus que te deja cerca de tu puta casa.
Como éramos muchos, y pocos los días para estar, pronto empezamos a sustituir los nombres por apodos. De ese modo yo pasé a ser "Frikazo", del mismo modo que podíamos encontrar a "Charlie Boy", "Informático", "Física", "Asturiano" y otros tantos de la misma guisa. Es sorprendete la velocidad a la que la gente me adjudicó el mote de "Frikazo", creo que fui el primero con mote...
Así pues, por el lado de los compañeros todo genial. Sí, es cierto, mis temas de conversación estaban limitados, y eso me frustraba un poco, pero no tanto como haber conocido a un par de chicas fans de Bruce Willis que venían con novio de serie y querían mantenerse fieles. Lo cual no hace sino demostrar dos teorías mías:
1- Las mujeres que aprecian a Bruce Willis son mujeres respetables 2- Las mujeres que aprecian a Bruce Willis siempre llegan tarde a mi vida, imposibilitando que las seduzca
En fin, desvaríos míos...
Por la parte de los profesores, cada cual estava más chalado que el anterior. Las clases eran tan dinámicas que a veces tenías ganas de lanzarte por la ventana para ganar unos segundos durante la caída para descansar. A veces hasta me dolía la cara de tanto reírme, la verdad.
Nada más empezar el día teníamos a Paul, el clásico inglés rubio a dos pasos del alcoholismo, fanático a más no poder del Liverpool, quien, con sus triquiñuelas inglesas, siempre conseguía colárnosla por donde le daba la gana.
Seguidamente estaba Nico, mitad canadiense, mitad argentino, el más chiflado de todos, el puto amo, en general, y a quien le dedicaré una entrada aparte.
Y para finalizar, Marco, un australiano muy repeindado pero que cuando me lo crucé borracho me metió manos un par de veces y ni se molestó en fingir que era accidental. Yo, en un estado de embriaguez semejante, me dejé, para qué negarlo, puesto que estoy falto de cariño.
Entre los tres se insultaban a las espaldas y a la cara, pero siempre de colegueo, como cuando llamas "fill de puta" a un amigo. El chiste que más me gustó fue el de "A los australianos también se les puede llamar "aussies", a los neozelandeses se les suele llamar "kiwis", y los ingleses son "idiotas borrachos"".
Era curioso que los profesores entendiesen mejor que mis compañeros de qué demonios estaba hablando la mayor parte del tiempo. Pero, claro, es que me lo busco solo...