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Es posible que entre el retumbar de viejos éxitos pop no os hayáis enterado, de hecho, a mí me ha costado bastante enterarme, pero ha caído un ángel. Un ángel de tez cobriza, ondulada melena e impactante sonrisa.
Ha muerto Farrah Fawcett, famosa por su interpretación de Jill Munroe, en la más que mítica serie Los Ángeles de Charlie.
Y lo ha hecho luchando, con entereza, y la cabeza bien alta. Tras tres largos años batallando con uñas y dientes contra un cáncer de colon, la vida nos ha enseñado que hay batallas que estamos condenados a perder irremisiblemente, por mucho que ansiaramos la victoria.
La señora Fawcett, porque eso es lo que era, una señora de los pies a la cabeza, fue una luchadora feminista incansable, con mala suerte en el cine, y peor todavía con los hombres. Pero ahí seguía, al pie del cañón, desafiante, como un mascarón de proa que reta a la olas a elevarse sobre el cielo.
Llamadme antiguo, pero yo de pequeño vi decenas de reposiciones de Los Ángeles de Charlie, junto con otras tantas series ochenteras, y nunca me cansaba de ver a las tres hermosas agentes especiales que hacían temblar al tipo más duro. Una de las tantas influencias que han ido conformando mi aprecio por las mujeres fuertes, peleonas, con carácter.
Y, a ser posible, espías secretas.

Es viernes por la mañana. Por la noche sabes que vas a desbarrar. Estás de vacaciones, sí, puede que te queden algunas para septiembre, o todas, pero ahora da igual, estás de vacaciones.
La espera hasta la noche se te hace eterna.
Ves los minutos pasar lentamente ante tus ojos, el calor hace que tu piel se derrita, entrando en simbiosis con la silla donde estás repantigado, incómodo, pero demasiado vago como para cambiar de sitio.
Necesitas entretenerte. Urgentemente. Hacer algo, lo que sea.
¿Lo que sea?
No, amigo, no.
Acabo de comprobar que hay cosas que NUNCA debes hacer.
Un viernes por la mañana ni se te ocurra comerte un paquete de papas entero, mientras bebes Coca-Cola y fumas a cascoporro, presa de un nerviosismo inexplicable.
Y, sobretodo, NI SE TE OCURRA hacer esas tres cosas a la vez que estás viendo una película casposa de terror. Por muchas tías buenas que aparezcan en la portada.En serio, es horrible. No lo hagáis jamás. Jamás de los jamases. Y eso que yo soy fan de la caspa. Pero es que esta puta mierda de 35mm me ha tumbado como si de una botella de whisky barato se tratara...

Ayer demostré, a mí mismo y a mis padres, que tengo instinto de poli. Lo tengo por pulir, como ese trozo de carbón que acabará convirtiéndose en diamante, pero lo tengo, que es lo que cuenta.
Os cuento. Estábamos por la tarde la familia reunida en el coche cuando, de repente... ¡PAM! Un Suzuki burdeos se estampa contra nosotros por detrás.
Evidentemente, me giré para ver al conductor, quizás hasta para hacerle un corte de mangas, pero, cuando le vi la cara, un pequeño resorte se accionó dentro de mí. Había algo que me daba mala espina en ese bastardo. No estaba jodido, estaba nervioso, tenso, apenas se movía en el asiento a pesar de haber impactado contra nosotros.
Me gustaría decir que salí del coche y lo corrí a hostias, arrancándole una confesión sobre que estaba llevando drogas a un traficante también implicado en la trata de blancas, descendiente del asesino de JFK.
Pero no, sencillamente saqué el boli tan pronto como el semáforo se puso en verde, por si acaso. Y menos mal que lo hice, el hijo de puta salió huyendo quemando rueda. Mi padre lo persiguió un poco hasta que tuvieron que parar de nuevo ante otro semáforo en rojo, y ahí me entró el ansia de salir y sacarlo por la ventanilla de su coche, al muy cabrón. Pero sabía que, si lo hacía, ya no es que el mamonazo pudiese darme una hostia, sino que mi madre me la iba a dar fijo.
De modo que me limité a eso, a tener un boli a punto para garabatear rápidamente la matrícula en mi brazo. Sí, no es gran cosa, lo sé, pero ahí está. ¡El instinto de poli! ¡Yippie Kay Yay!

Hay que ver cómo pasa el tiempo. Este sábado 20 de Junio es el 4º aniversario de Manhattan Cómics, un de mis librerías especializadas favoritas, y, para tan magna ocasión, a partir de las 20:00h habrán grandes descuentos en cómics y cerveza gratis.
Si alguien me busca este sábado, creo que he dejado bastante claro dónde estaré, ¿no?
¡Venga todo el mundo a comprar cómics rebajados a Manhattan!

Sí, sí, ya sé que tengo lo de Cuenca a medias, y que tenéis muchas ganas de leer mis intentos frustrados de tirarme todo bicho viviente aquella semana, pero es que ahora mismo tengo una erección de caballo y quiero compartir mi felicidad con el mundo.
Me acaba de llamar Pott, un colega al que conocí porque curra en Metropolitan, mi tienda de cómics favorita, cuando Javi, el dueño (y también colega), no puede/quiere. Y me ha llamado para defirme que sí, que , que me puede conseguir las tres portadas.
¿Las tres portadas de qué? Os estaréis preguntando.
Las tres portadas de DIE HARD: YEAR ONE
Sí, amigos míos, Boom! Studios ha contratado a Howard Chaykin (guión) y ha Stephen Thompson (dibujo) para llevar a cabo la precuela de La Jungla de Cristal en una nueva serie de cómics.
Y para conmemorar tan magno evento, han sacado tres ediciones distintas, cada una con su propia y única portada.
Pues bien, gracias a Pott, que Bruce lo tenga en Su Gloria Eterna, voy a conseguir LAS TRES PORTADAS del Die Hard: Year One #1.Respecto al cómic en sí, la información que se sabe por el momento es que saldrá al mercado yankee en Agosto (espero tenerlo para finales de ese mes) y sobre el argumento han publicado lo siguiente:
"Cada héroe de acción necesita empezar en alguna parte. Batman empezó. Bond tuvo su Casino Royale, y en cuanto a John McClane, más de una década atrás, antes de la primera Jungla de Cristal, era solo un policía novato, un trabajador de la Costa Oeste que aspiraba a ganar la placa en Nueva York, en 1976, durante la celebración del Bicentenario. Lamentablemente para John, las cosas no serán tan fáciles"
Mola, porque siguen la tradición de meter al bueno de John en un marrón de cojones durante una festividad multitudinaria, tradición que sólo se rompió en La Jungla de Cristal III: LA Venganza, pero como también salen Samuel L. Jackson y Jeremy Irons, se la perdonamos.
Y si alguien duda de cómo quedará plasmado el joven John McClane, para muestra, un boceto que ha colgado Thompson en su blog:Tiene un toque a lo Luz de Luna que me entra un no-se-qué-que-se-yo y me pongo entre nostálgico y tontorrón...
Y ahora, si me disculpan, me voy al baño un momento.

El otro día, mi colega Alderan me sumió por completo en una duda que me carcomía. Si bien tenía la semilla dentro, fue él quien la regó y la hizo germinar hasta acerse tan grande que no podía dedicarle mi tiempo a otra cosa.
Ambos somos fans de Aquellos maravillosos 70, y ambos vimos un capítulo que nos llamó la atención (aunque, debo reconocer, él estuvo más atento que yo a los datos). Kelso (Ashton Kutcher, o como se escriba) pedía trabajo como segurata en un local de streap-tease, y para ello tenía que pasar una entrevista de trabajo con un tipejo de lo más peculiar.
Alderan, la respuesta es SÍ, era ÉL.El jefazo con quien que entrevistarse, ese hombre excéntrico con peluquín que espía a las strippers en las duchas... ES BRUCE WILLIS.
Seguidamente, os dejo un link donde podéis ver la escena completa. No la he encontrado en Youtube, de modo que no puedo incrustar el vídeo, pero nos eais vagos y haced click, que no cuesta tanto y merece la pena.
That 70s Show - Bruce Willis Guest Appearance

Hoy no me apetece hablar de nada, no me apetece responder comentarios, no me apetece discutir con nadie sobre temas que no llevan a ninguna parte.
David Carradine ha muerto.
Gracias a Fleming por el aviso.

No me gusta escribir dos entradas en el mismo día, pero me habéis obligado.
Si bien discutir la existencia de la línea distintiva entre fikis y otakus es como discutir la existencia o no de Dios, todos coincidimos en los mismo:
Los autoproclamados "normales" son nuestro peor mal.
Sólo ellos podrían haber creado algo tan horrible como la Comics Code Authority.
Yo seré como el Teniente Aldo Raine, y necesito ocho frikis.
Saltaremos sobre platós de telediarios vestidos de "normales", con un solo objetivo, ni uno más:
Matar "normales".
Los miembros de distintas asociaciones censoras formadas por ingorantes conquistaron los cómics asesinando, torturando, intimidando y aterrorizando...
Y eso es lo que vamos a hacer con ellos, ser crueles con los "normales", y así sabrán quiénes somos.
Y dejaremos pruebas de esa crueldad en los destripados, desmembrados y desfigurados cuerpos de sus hermanos.
No serán capaces de borrar jamás las imágenes de crueldad a las que los sometimos con nuestras manos, con nuestras botas, y con nuestros cuchillos...
¡Sentirán aversión por nosotros!
¡Hablarán de nosotros!
Y nos temerán...
¡Los "normales" no tienen humanidad!
Y hay que destruirlos...
¡Cada hombre bajo mi mando me traerá un centenar de cabelleras "normales"!
¡Y quiero mis cabelleras!
¿¡Estáis conmigo!?

Tengo un problema, y es que, cuando me enervo, tiendo a generalizar, básicamente porque pienso, erróneamente, que todo el mundo sabe a qué me estoy refiriendo concretamente. Craso error, puesto que, como me enseñaron en clase de "presentations" (en Cuenca, ya proseguiré mi relato más adelante): "la audiencia sólo sabe lo que les cuentas".
Y si no explico bien lo que cuento, doy pie a malentendidos que más de una vez me han echo ganarme una buena bronca.
Afortunadamente, con mi don de palabras y gracejo natural, hasta el momento he conseguido capear los temporales y siempre han acabado bien las cosas. Así pues, debo entonar el mea culpa y explicaros a qué me refería exactamente en la entrada anterior cuando blasfemaba contra los otakus.
Hay dos tipos de otakus, de la misma manera que hay dos tipos de frikis, futboleros, profesores o políticos: los hay buenos, y los hay malos.
Evidentemente, hay muchos niveles de maldad y bla, bla, bla, un gran poder conlleva una gran responsabilidad y bla, bla, bla, no le des de comer al gremlin después de medianoche y bla, bla, bla.
De los otakus "malos", los que más odio son los que han decidido englobar en la llamada "generación Naruto". Toda esa caterva de adolescentes con severos problemas de acné enganchados a series con una complejidad argumental equiparable a ver crecer la hierba, acólitos acérrimos ante los cuales no puede esgrimir ni el más mínimo asomo de crítica, fascistas de las viñetas impresas en blanco y negro y recopiladas en tomos.
Esos adolescentes dicen ser hiper-mega-lahostia-fans del manga, sin embargo, cuando les hablas de Osamu Tezuka (Metropolis), de Masamune Shirow (Ghost in the Shell), o, icluso, de Katsuhiro Otomo (Akira), ponen la misma cara que si les hablases en klingon. Incluso he llegado a cruzarme con "adolescentes Naruto" que no conocían a las CLAMP, ¡válgame Diox!
Es decir, son otakus de boquilla. Y unos descerebrados. Y son legión.
Llegan en masa, en grupitos que siempre huelen a perro mojado, embutidos en ropas dos o tres tallas menores, acompañados por jovencitas en mini-mini-falda que parecen morcillas de lo embutidas que van. Aparecen en un lugar, cualquiera, y empiezan a gritar, generalmente en japonés con acento de Cuenca, sin ton ni son, a meterse mano unos a otros de manera impúdica, van todo orgullosos con su cartón de perroflautas donde puedes leer "ABRAZOS GRATIS", y generalmente alguna muletilla estúpida después.
Y encima, se creen los mejores.
Tengo amigos otakus. Por el amor del cielo, yo en mis inicios, también fui otaku, me inició en el mundillo del cómic una antigua amiga de la que acabé perdidamente enamorado y con la que nunca llegó a ocurrir nada. Y, joder, hay mangas buenos. Hay mangas cojonudos. Hay mangas que superan con creces el nivel literario de muchos libros que son best-sellers.
Pero esta gentuza se centra en sus dos o tres series, y no hay mundo más allá. Son así de cerriles, y van contaminando a la población mundial. ¿Qué han conseguido al final? Que lo japonés sea una moda (y lo mismo ha ocurrido con los superhéroes, por razones igualmente similares, para qué engañarlos).
Ahora tanto yo como mis colegas otakus contemplamos con horror cómo algo de lo que antes nos sentíamos orgullosos (el cómic en general, ésta vez sin distinciones), ha caido en mano de malditos psicópatas que están matando el género, lo están estancando en unos pocos géneros estereotipados, con historias planas sin chicha ni limoná.
A ésa gente, a la generación naruto, es a la que odio. Los llamo otakus por llamarles algo que sea identificable para todos. Bueno, realmente los llamo "putos otakus", y no leen manga, leen "mierda manga".
¡Que tampoco está mal leer cosas sin argumento! Yo mismo lo hago, joder. Pero no me limito sólo a eso, y si la cagan en algo, lo reconozco, no me pongo a chillar como un becerro que no tienes razón porque a mí me da la puta gana que no la tengas.
Y me jode, me jode muchísimo, que llegue uno de los pocos eventos donde puedes encontrar cómic americano, más o menos, independiente, o de supertipos pero de editoriales menores, así como cómic europeo; y lleguen estos esperpentos, estas parodias humanas, a quitar sitio, a ocupar el lugar de esa pequeña editorial con esas historias tan chulas pero con tan poca distribución en España, y poner, en su lugar, un stand todo repleto de figuras a precios desorbidatos sobre mierdas mangas que vienen a ser todas iguales.
Después me llaman a mí elitista, que si hacer una diferenciación tan abrupta entre frikis y otakus es muy nazi, que si las cosas no son o blanco o negro, pero es que esa misma gentuza me ha hecho ser así. Lo he vivido en mis propias (y jugosas) carnes.
Sin ir más lejos, una vez se me ocurrió la gracia de ir al Salón del Manga de Valencia disfrazado de Earl Hickey, ya sabéis, Jason Lee en la serie Me llamo Earl. Madre mía la que se montó. Que si cómo se atreve a venir al Salón del Manga disfrazado de algo que no es manga, que si vaya osadía venir de algo americano...
Y cuando resulté ganador en el concurso de cosplay, al cual me apunté de rebote, en una categoría menor, todos esos chiquillos se indignaron a más no poder. Salía yo del Salón con mi trofeo (una figura de Bleach que podéis comprar de segunda mano en Metropolitan) cosechando miradas asesinas y murmullos sibilinos.
Y en las jornadas en las que me toca currar en el stand de K-POW! Reload ya ni os cuento...
Me viene a la mente la última edición de Otakuart, donde hicieron un Pasapalabra freak, que evidentemente, se llenó de fans de Naruto y Bleach. Joder, no daban ni una, no sabían quienes eran Yoshi, Charles Xavier, Conan, Red-XIII, Xanatos, Saint Seiya, y así, mil más.
De modo que, cuando me oigáis blasfemar contra los otakus, recordad, no hablo de los otakus, sino de los putos otakus.

P.D.: De vez en cuando, y cada vez más a menudo, sobretodo desde el stand, veo a un puto otaku, con graves problemas de acné y un sobrepeso que roza lo mórbido, así como un encefalograma más plano que una table de planchar, acompañado de una chavalilla de muy buen ver, a quien magrea en público sin ningún pudor, y a la que seguramente se zumba cada noche. Lo cual me hace plantearme: yo, que soy un tipo, más o menos, leído, con un cierto bagaje para poder hablar de temas muy variados, ¿debería lobotomizarme y abandonar mi dieta para conseguir que una chica se fije en mí? ¿Qué cojones hago mal?

Interrumpimos nuestra programación habitual para ofreceros mi particular reseña del Saló del Cómic de Barna. Permanezcan atentos a sus monitores.

Firmas
En un solo día, conseguí un cojón de firmas. Pero un cojón verdaderamente grande, peludo y rosado. Concretamente, me firmó el equipo entero responsable del Batman Barcelona: Jim Lee (portada), Mark Waid (guión), Diego Olmos (dibujo) y Marta Martínez (color). Además, conseguí firmas de Mike Mignola (Hellboy), de Jordi Bayarri (Magia&Acero), de Patrick Frisch (The Fuzztoons), de Monteys (Tato) e incluso, sorpresa inesperada, de Lopez Espí, aquel dibujante de los 70 encargado de hacer las portadas para Ediciones Vértice, la editorial que en aquellos tiempos publicaba Marvel en nuestras tierras.
Alucinante, vamos, alucinante.

Camiseta triunfadora
Como el Saló es el evento friki por antonomasia en España, decidí llevar mi mejor camiseta friki: la blanca donde sale Stan Lee y pone "Stan Lee is my superhero".
Nunca podría haber elegido una camiseta mejor.
Durante la firma del Batman Barcelona, después de que me firmase Mark Waid, éste se me quedó mirando y, sonriente, me dijo "¡eh! ¡me gusta tu camiseta!" (en inglés, claro), cosa que yo, muy educadamente, le agradecí y confesé ser un gran fan de Stan Lee (sin darme cuenta de que estaba en el stand de Planeta, donde publican DC...). Waid incluso llamó la atención varias veces a Jim Lee para que pudiese ver también mi camiseta, pero el koreano estaba demasiado ocupado firmando como cinco o seis cómics a la vez.
Más adelante, buscando la edición americana del Logan #3 (que no encontré), un dependiente me indicó que le hablase, por favor, en inglés, si podía, ya que así nos entenderíamos mejor. Así pues, repetí mi duda en el lenguaje de Albión y me respondió (en inglés, pero yo lo traduzco) "no, no lo tenemos, pero espera, que te voy a dar una cosa". Se agachó un momento bajo el mostrador y me dio una chapa donde ponía "Marvel Zombie". "Es que me ha gustado tu camiseta", me dijo cuando vi, riendo, la chapa.
El puto amo.

Chavalillas
Lo primero que me llamó la atención fue la cantidad de mujeres que habían en el Saló. ¡Y no todas eran otakus despreciables! También habían otakus decentes, e incluso fans del cómic americano. La distribución quedaría más o menos así:
- 5% niñas
- 5% azafatas
- 40% otakus despreciables
- 25% otakus decentes
- 20% fans de Victoria Francés
- 5% fans del cómic (europeo y americano)
Vale, el tipo de mujer que más me interesa era escaso, pero ya era superior a lo que he visto en toda mi vida...

Putos otakus de los cojones
Siempre me he hecho la misma duda. Si existe un Saló para el cómic europeo y americano, y un Saló para el cómic japonés, ¿por qué coño tienen que llegar estos enfermos e invadir nuestro espacio? ¿Acaso vamos nosotros al puto Saló del Manga y les plantamos la mitad de los stands con cómics de Marvel y DC?
El Saló del Cómic es para nosotros, los frikis, y el Saló del Manga es para vosotros, los otakus. A ver si dejáis de tocar los cojones con vuestras ansias de protagonismo. Que además prácticamente sólo sois vosotros los gilipollas que se disfrazan y hacen el ridículo, pero en las noticias sólo sacan vuestras capulleces y la mala fama nos al llevamos nosotros. Mi abuela incluso me preguntó que si yo tenía amigos raros por culpa del telediario de Antena3, donde no hacían más que sacaros haciendo el subnormal.
¡Anda y que os den por culo!

Disfraces
De vez en cuando podía ver a una o dos personas disfrazadas de algún personaje que no fuera manga, y no, los tipos disfrazados para promocionar stands no cuentan, aunque todos nos emocionásemos con esa Espectro de Seda que enseñaba las piernas.
Curiosamente, esas pocas personas frikis disfrazadas, aún teniendo igualmente el presupuesto limitado, habían logrado elaborar disfraces mucho más resultones que esas cutreces que hacen los narutards, porque, vamos a ver, si eres moreno, y te echas spray amarillo, se te va a quedar verde, capullo, ¿tanto te cuesta decolorarte un poco el pelo?

Odisea
La vuelta de Barna fue una odisea con todas las de la ley. A quien le interese esta historia, sólo la contaré acompañado de cervezas. Y os advierto que tiene de todo: carreras contrarreloj, vagabundos chalados, borrachos, etc.

Y esto ha sido todo por hoy.

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